Alejandra Stamateas - Mi vida es un descontrol

¿Cuántas alguna vez sintieron que se les descontroló la vida, que se les fue para cualquier parte, que ya no tienen control de nada? El que duda nunca recibe nada porque es un indeciso.














Hay momentos en nuestra vida que parece que enloquecemos; tanta presión interna, presión externa, a veces presión interna y externa juntas que empiezan a presionar desde adentro y desde afuera. Un día parece que estamos arriba; otro día parece que estamos abajo; un mismo día podemos llorar y reír miles de veces, cambiar nuestro humor, cambiar nuestras emociones. Parece que no hay control de nada en nuestra vida y se trastocó totalmente. Y cuando llega el descontrol aparece un síntoma muy común que son las privaciones sutiles. ¿Qué es esto de las privaciones sutiles? Mujeres que descuidan algunas tareas cotidianas; lo que antes te resultaba fácil, lo que antes era algo de rutina, de pronto ya no podés llevarlo adelante. Por ejemplo, te olvidás la cacerola en el fuego, te fuiste de tu casa y dejaste la hornalla prendida, te olvidaste las llaves puestas en la puerta, saliste a comprar algo, volviste, y lo que saliste a comprar no lo trajiste, o te olvidas de un cumpleaños, vos que eras siempre la que te acordabas de todos los cumpleaños; o de pronto te olvidaste de ir a visitar a una persona que le habías prometido que ibas a ir. Un montón de cosas que anuncian que estas en un estado de descontrol y de agotamiento total. ¿Cuántas sintieron agotamiento?, ¿cuántas dijeron "empezó el año y ya estoy cansada"? O viniste de las vacaciones y te sentís cansada, porque entraste en un estado de agotamiento emocional, empezás a perder el sentido del humor; lo que antes te causaba gracia ahora ya no causa gracia, practicamente no te reís, dejaste de sonreír, te molesta cuando otra persona se ríe, y te ponés en crítica de esa persona: "mirá la tontería por la que se ríe, mirá qué pavadas que hace", porque a vos la vida ya no te sonríe y vos tampoco le sonreís a la vida. Empezás a tratar de evitar todo lo que sea fiesta, reunión, contacto social; preferís aislarte, quedarte sola, quedarte solo, porque exponerte te trae mayor agotamiento. Fumás más, o tomás más café, o te dedicás al alcohol.

Leí la historia de una mujer cuyos sus hijos llegaban a la casa en horarios diferentes: uno llegaba a la una del mediodía, otro llegaba a las dos y el otro llegaba a las tres de la tarde; y ella tenía que tener la comida preparada para el de la una, el de las dos y el de las tres; y lo que hacía era comer todas las sobras que dejaba el primer hijo, el segundo y el tercero. ¿Cuántas hicieron eso alguna vez? Y vos después te preguntás "¿por qué estoy gorda si no como nada?". Y esta mujer se dio cuenta que nunca se cocinaba para ella; le cocinaba a los hijos, comía lo que sobraba, pero nunca dedicaba tiempo exclusivo para cocinarse y hacerse una buena comida y alimentarse bien ella misma. Se había dado cuenta que había entrado en un estado de agotamiento.
¿A quién echarle la culpa? ¿A quién le echamos la culpa de que a veces queremos hacer todo? Hemos hecho todo y ya no damos más.

Les voy a contar una historia de la mitología clásica. Ulises era un guerrero y tenía todo su equipo de guerreros que iban a todos lados juntos; un día para descansar se metieron en una cueva. Pasaron dos minutos y entró un cíclope, que tenía un solo ojo en el medio de la frente, cuando el cíclope entro a su cueva -que era el lugar donde vivía- cerró con una piedra gigante la entrada de la cueva y Ulises con sus guerreros quedaron adentro de la cueva... Pensaron "¿cómo hacemos para salir?" Cuando el gigante escucha que había alguien adentro, empieza a matar a algunos guerreros y dice "nadie va a salir de esta cueva con vida" y ellos sabían que tenían que mantener al gigante vivo, porque si el gigante no abría la cueva y no sacaba esa piedra, ellos no iban a poder. Decían "¿cómo vencerlo sin matarlo, para que salga de la cueva y que nosotros podamos huir?". Entonces se le ocurrió algo: buscó una madera, le afiló la punta, le puso fuego y entre todos los guerreros se la tiraron en el medio del ojo, y entonces sin poder ver el cíclope empezó a gritar "¡denme el nombre de quién me hizo esto!" y Ulises le dijo "cuando te pregunten vas a decir mi nombre, y mi nombre es nadie". Entonces el gigante corrió la piedra, salió afuera gritando como un loco. Vinieron los otros gigantes y le dijeron "¿quién te hizo eso?" y el cíclope le decía "nadie me hizo esto", porque era el nombre que le había dado Ulises, y como los otros gigantes dijeron "éste está loco" ni siquiera lo ayudaron y lo dejaron con su locura, "¿quién te hizo eso? Nadie".

¿Por qué estás en el estado que estás? ¿Quién te lo hizo? ¡Nadie! A veces no encontramos responsables del estado en el que estamos porque lo que nos está matando son los pensamientos que luchan dentro de nuestra mente. Acá está tu gran problema: en tu mente. Tenemos que aprender a funcionar en los ciclos de presión; cada tanto los seres humanos entramos en tiempos de presión. La presión no la queremos pero va a estar ahí; vos ayer te volviste loca porque tenías que volver a arreglar todos tus horarios para llevar a los chicos a la escuela; el año que viene también va a haber escuela, sino es la primaria será la secundaria o la universidad; o sea que la presión siempre va a estar. Problemas económicos tal vez tengas, y aunque estés muy bien económicamente tal vez quieras crecer más, y el querer más también te va a llevar a sentir presión. La presión siempre va a estar, por eso tenemos que aprender a manejarnos en los ciclos de presión, para no salir lastimados y no salir heridos y descontrolados.

¿Qué es lo que no hay que hacer cuando estás en momentos de presión?

1) No debo hacer el dedo bíblico

Es cuando estás presionada, no tenés una respuesta, no sabés a donde ir y decís "yo voy a abrir la Biblia y a ver qué me dice el Señor...". No hagas dedo bíblico, no sirve. En los momentos de presión vos tenés que ser sabia. ¿Qué significa ser sabia?, seguir con tu rutina espiritual; tenés que tener una rutina espiritual, y ahí la palabra rutina no está mal; es bueno tener una rutina espiritual para que cuando llegue el momento de presión todo tu ser esté lleno de la Palabra de Dios, de la victoria de Dios, del aliento de Dios para salir adelante y saber que esto pasará, y pasaremos al próximo nivel.

Hay gente que en los momentos de presión se pone híper espiritual, exageradamente espiritual, a orar como nunca oró antes, a pedir oración como nunca antes, porque no tiene una rutina espiritual de vida, porque nunca te juntás con el Señor, porque no hablas con Él, porque no leés su Palabra. Si vos tuvieras una rutina espiritual te darías cuenta que en el momento de la presión vas a tener respuestas espirituales para tu problema, que te van a alentar y te van a sacar mucho más rápido de ese momento de presión. El problema es cuando nos encontramos vacíos; y dice la Palabra que el Espíritu Santo es el que nos hace recordar. Ahora, si dentro tuyo no hay nada espiritual... ¿qué es lo que te va a hacer recordar el Espíritu Santo? Nada, porque en realidad te hace recordar lo que ya sabés de la Palabra de Dios; y si no hay Palabra de Dios dentro tuyo, si no hay fe dentro tuyo, no te puede hacer recordar nada. Por eso vos agarrás el dedo y tratás de buscar un pasaje bíblico, y no te habla nada y decís "Dios te olvidaste de mí; ni siquiera me hablás", es que Dios quiere hablarte todos los días de tu vida.

Tenés que tener una rutina espiritual, no depender del 'dedo bíblico'.

2) No debo moverme por lo que siento

¿Qué es moverme por lo que siento? Es movernos emocionalmente; las mujeres somos muy sensibles emocionalmente y nos dejamos llevar por nuestras emociones. Y eso muchas veces nos lleva a tomar en el momento de presión decisiones impulsivas: hacés un gasto impulsivo que no lo pensaste bien, fuiste y vendiste el auto, o te compraste un departamento sin saber si tenías el dinero para pagarlo, te casaste impulsivamente, ¿cuántas se casaron impulsivamente?, elegiste al primero que salió por esa puerta, lo enganchaste impulsivamente y después te agarrás la cabeza; o hiciste una compra impulsiva, tuviste una reacción impulsiva. Porque te dejaste llevar por las emociones y la victoria frente a la presión siempre va a estar dada en la medida que puedas controlar tu impulsividad. Hay cosas que en los momentos de presión querés hacer sin pensar, sin tomarte tiempo, sin darte el tiempo que necesitás para tomar esa decisión. Cuando te venga eso impulsivamente, frenate porque si vos podés trascender esa impulsividad vas a tomar una decisión con sabiduría. ¿Cuántas tomaron decisiones impulsivas alguna vez en su vida?

3) Escuchar a los demás sin dejarme llevar por lo que dicen

Muchas veces en momentos de presión alguien viene y te dice algo, y como vos no sabés para dónde disparar te dejás llevar por lo que el otro te dice. Y muchas veces nos dejamos llevar también por lo que creemos que el otro quiere. Hay un gran problema que tenemos las mujeres: nos gusta anticiparnos a los estados de ánimo de los demás; nos encanta leer a los demás. Nos encanta saber qué quiere, qué le pasa qué desea, y dárselo antes de que lo pida.... ¿a cuántas les pasa esto? Por ejemplo, leí de una mujer que cuando era chiquita sabía muy bien cómo tratar al papá de acuerdo a como venía del trabajo; si venía con la camisa desabrochada no se le podía hablar porque venía cansado, agotado y de mal humor; pero si venía con la camisa abrochada y la corbata puesta se le podía hablar porque venía tranquilo y contento. O sea que ella se adelantaba a cómo iba a estar el papá cuando llegara; y así era su actitud de vida. Y lo mismo hacía con la mamá, leía las emociones de la mamá; entonces sabía que cuando la mamá guardaba la ropa y golpeaba fuerte el cajón no se le podía hablar; pero cuando la mamá guardaba la ropa en el cajón y lo cerraba despacito ahí ella podía hablar. Y se acostumbró a leer las emociones de todo el mundo y a responder a las emociones de todo el mundo; por eso se adelantaba.
¿Cuántas veces te adelantaste a que alguien te dijera algo y dijiste "me parece que mi hijo está mal, me parece que mi marido hoy no vino bien"? ¿O cuántas veces le dijiste a tus hijos: "ojo porque hoy papá está en esos días..." y nos adelantamos?, en lugar de esperar que el otro nos comunique cómo está, qué es lo que le pasa o qué es lo que no le pasa. A veces vemos a nuestra pareja que parece que está serio y enojado, y es porque está concentrado en el partido de fútbol, nada más; pero ya pensamos "me es infiel, me está engañando, no me quiere más, me odia, le hice fea la comida", y esas tonterías que pensamos a veces las mujeres.

Hay mujeres que parece que tienen poderes de anticipación: "yo sé lo que le está pasando, yo sé lo que quiere, yo sé lo que está sintiendo", "comé, comé que yo sé qué necesitás". Poderes de anticipación: ¡fuera de mi vida! ¿Cuántas se identificaron en este punto? ¿Cuántas de chiquititas tenían que analizar bien cómo venía el papá o la mamá? Es muy común eso, las mujeres tenemos una capacidad especial para detectar emociones ajenas, nos damos cuenta enseguida y muchas veces metemos la pata porque queremos leerle la historia al otro y en realidad el otro no está sintiendo o pensando lo que nosotros creemos que está sintiendo o pensando.

Una mujer descontrolada parece una mujer que se hace cargo de todo por fuera, pero por dentro se está deshaciendo; es una mujer que parece que tiene el control de todo pero en realidad ese control es un descontrol por la angustia que siente internamente, porque sus emociones chocan todo el día. ¿Qué hacemos con una mujer que parece que por fuera todo bien pero por dentro se está muriendo? Jesús habló muy bien de esta gente, habló muy bien para describirlas y usó esta descripción: "son blancos por fuera pero muertos por dentro". ¿De quién hablaba Jesús? De los fariseos; decía "ellos por fuera son una cosa pero por dentro están muertos". Y a veces las mujeres tenemos esta actitud farisea, la actitud de mostrarle a todo el mundo que tenemos el control de todo, que afuera podemos con todo, que está todo bien, pero adentro estamos muertas. Es una actitud farisea, y fíjense qué interesante lo que dice Santiago, que los llamó a esta gente "gente de doble ánimo", que significa "doble alma". Es gente que tiene dos mentes, como si tuviera dentro dos mentes y cada una piensa algo diferente. Dice "yo tengo que hacer esto, pero pienso esto; yo quiero hacer lo otro, pero hago esto otro", eso es ser una persona de doble mente, de doble ánimo. Y dice la Palabra en el pasaje que leímos al principio que la persona de doble ánimo no va a recibir cosa alguna del Señor, ¿por qué Dios no se la quiere dar? La persona que tiene doble ánimo, dos mentes -que quiere una cosa pero en realidad quiere otra, que hoy quiere esto pero mañana lo otro, que ahora se ríe pero al segundo llora por el mismo tema- es una persona de doble ánimo; dice "no piense que va a recibir algo del Señor", no es porque el Señor no le quiera dar algo -porque Dios está desesperado por darnos toda la riqueza que Él tiene-, sino porque es una persona que duda. Si vos dudás no pienses que vas a recibir algo de Dios; no porque Dios es malo y Dios te lo va a quitar, sino porque estás dudando y tu propia mente no te permite recibir lo que Dios quiere darte. ¡Dejá de dudar!

Por eso fíjense qué interesante: cuando Jesús llegaba delante de un enfermo le decía "¿qué quieres que te haga?". Lo que le estaba diciendo Jesús era "sé claro, quiero que me seas clara", es lo que te dice el Señor. "Estás confundida, estás agotada, estás desorientada, pero no me sos clara... ¿qué es lo que querés?" Hoy Jesús te pregunta "¿qué es lo que querés?". Todavía no pudiste decidir qué es lo que querés que te pase, todavía estás viviendo de acuerdo a las exigencias de los demás, pero todavía tenés cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta años y no definiste cómo querés vivir tu vida. Y Jesús dice "sé clara, no me des vueltas, hablame claro". ¿Qué pasa si no sé lo que quiero? Sé honesta y sé clara con el Señor, y decile "no sé lo que quiero, ando dando vueltas, hoy quiero esto, mañana lo otro, pasado lo otro; hoy esto ya no me gusta y lo otro no lo quiero"; sé clara con el Señor. Tengo que ser cabeza dura e insistente con lo que quiero que me pase de bueno en la vida. Yo tengo que ser una mujer de cosas claras, no de doble mente, no de doble ánimo, porque sino nunca voy a recibir nada. Tengo que aprender a ser como la viuda que insistía hasta que logró que el juez le hiciera justicia. Tengo que ser como Elías que mandó veinte mil veces al siervo para ver si veía una nubecita, y que le anunciara que dentro de poco tiempo iba a llover. Yo tengo que ser como Jacob, que le dijo al ángel "no me voy a mover de acá hasta que no me bendigas".

Tenés que ser una mujer cabeza dura en las cosas que querés.

El enemigo siempre va a querer atacar tu fe; al enemigo no le importa tanto atacar tus cosas, tu gente, le interesa atacar tu fe, porque si ataca tu fe y vos ayer creías y hoy no creés nada, no vas a recibir nada. Si atacó tu fe y la debilitó pudo hacer que digas con tu boca "esto no lo voy a tener nunca" o "me voy a morir de esta manera" o "esta enfermedad es grave, de esta no me sano", cuando atacó tu fe te robó la bendición, porque dudaste, no porque Dios no te la quiera dar sino porque dudaste. Y el que duda no puede recibir nunca nada, porque no se pone de acuerdo para recibir, no sabe qué quiere; "no sé si me quiero sanar, porque si me sano mi hijo no va a venir a visitar más, y también quiero estar sana porque sino estoy encerrada"; y Jesús viene y te dice "¿qué querés que te haga, que te sane o que te empeore la enfermedad para que tu hijo venga? sé clara".

¿Cuántas a veces no pueden ser claras con el Señor? Y no somos claras porque muchas veces somos de doble ánimo. El ser de doble ánimo es como vivir con una hermana gemela... ¿se imaginan tener al lado alguien igual a vos? Impresionante, vivir con una mentalidad de doble ánimo es como tener a tu hermana gemela al lado: vos querés una cosa, ella quiere otra; vos tenés una idea, ella tiene otra; vos tenés principios y ella tiene otros principios; y hay una lucha permanente y constante. Y en esa lucha no recibís nada porque en algún momento dudás de lo que vos querés, y no sabés si está bien lo que la otra te está diciendo o está bien lo que vos estás diciendo. Y esa es la lucha que a veces las mujeres tenemos con nuestra mente, como si tuviéramos otra hermana gemela dentro de nuestra cabeza. Por eso Pablo decía "en mi hombre interior me deleito en la ley de Dios, pero a veces hago lo que no quiero, y no entiendo por qué hago lo que no quiero"; él tenía como ese hermano gemelo. Pero hay una gran respuesta de parte del Señor: dice la palabra "si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan les será concedida por mi Padre que está en el cielo". Si yo no me puedo poner de acuerdo con la persona que tengo al lado, y si yo no estoy de acuerdo conmigo mismo, ¿por qué no me da resultado?, ¿por qué todo el mundo habla de la ley del acuerdo pero a mí la ley del acuerdo no me funciona? Porque no es solamente ponerse de acuerdo con el de al lado; es ponerme de acuerdo conmigo misma, ser de una sola mente, no tener la mente dividida. Y para ponerme de acuerdo tengo que saber qué es lo que quiero, qué quiero que me pase en la vida, qué es lo que quiero lograr. Tengo que tener mi fe intacta, que el enemigo no pueda tocar mi fe a pesar de la presión, de la angustia, de la crisis o del dolor. Tenés que ponerte de acuerdo. Tal vez al principio decidas mal, tal vez seas cabeza dura y digas "no me importa Señor, yo voy a seguir decretando esto hasta que lo vea", y van a venir los de afuera y te van a criticar, y van a venir de otro lado y te van a decir "estás loca", pero vos vas a ser cabeza dura porque sos de una sola mente, de una sola pieza y vas a decir "yo lo voy a seguir manteniendo hasta ver que Dios me lo entrega en mis manos, porque soy una mujer de fe".

Tenés que estar enfocada mujer, tenés que estar enfocada en que Dios te lo va a dar, porque Dios te lo ha prometido. Y si decidís mal, no te preocupes. Esto es como el tango. Supongamos que voy a la academia de tango y le digo "quiero aprender a bailar el tango, ¿me podrías enseñar?", me tengo que poner derecha, mantener el equilibrio, que me balancee sobre los pies. La base del tango es la caminata; caminamos y el otro va a saber dónde están mis pies. Él me va a dirigir; al principio estaba dura, yo no sabía para dónde ir, y así nos pasa con Dios, porque nosotros queremos que Dios nos guíe -porque es la promesa que Dios nos ha dado al principio-, tal vez no escuchemos muy bien la voz de Dios, no escuchemos la guía de Dios y estamos hundidas en un momento desesperado, no tenemos respuesta, no sabemos para dónde ir. Y el Señor nos está hablando, pero torpemente vamos diciendo "yo creo que Dios me va a conducir, yo tengo fe que Dios me va a guiar, pero todavía me cuesta un poco". Hacemos un poco más... "porque yo tengo fe que voy aprender", luego un paso algo más complejo. Y así el Señor sabe que ya sé: para atrás, para adelante, al costado... que le estoy obedeciendo de a poquito, que mantengo mi fe, que digo "Señor todavía las cosas no están saliendo como yo quiero, pero mantengo mi fe", "Señor no veo respuesta pero mantengo mi fe", "Señor no veo una señal todavía pero mantengo mi fe", "Señor las cosas en mi matrimonio no andan bien pero mantengo mi fe", "soy torpe todavía, a veces no sé cuándo hablar, a veces no sé cuándo callar, a veces no sé cuándo decirle a mi hijo algo, a veces hablo y me enojo, soy torpe todavía, pero Señor enseñame un poco más", y el Señor te guía un poco más. Y Dios te dice "ahora vamos a movernos de otra manera, y tal vez venga mucha más presión, pero vos estás agarrada de mí y yo te voy a conducir y te voy a guiar", y hay un momento en que vas a aprender a bailar como bailan las grandes parejas de tango.

Dios te quiere guiar; dejate guiar por el Señor
hasta que seas una experta en 'baile' para el Señor.

A ese nivel de la relación con Dios tenemos que llegar todos; Él me dice "para allá" y yo le sigo; Él me dice "para acá" y también voy; Él me dice que "dé vuelta" y lo hago; Él me dice que estire la pierna y lo hago; porque he aprendido a obedecer la guía de Dios. Si vos querés vencer el desorden, si querés vencer la angustia, el dolor, el descontrol, tenés que ser una mujer y un varón de fe que diga "no importa lo que esté viviendo, yo sé lo que Dios me ha prometido, yo estoy mirando a los ojos del Señor, Él me ha tomado, Él me hace bailar con Él y me lleva a la victoria en todo lo que haga". Eso es pelear la batalla de la fe; y los que peleamos la batalla de la fe siempre tenemos la victoria.

No hay nada más lindo que bailar guiado por el Señor. Dios lo hace atractivo siempre. Dios va a hacer camino donde no lo hay; Dios va a hacer un camino en tu vida donde no lo hay. Y lo único que vos tenés que hacer es mantener la fe en esto: "a mí Dios me va a dar la victoria, me va a dar la salida, me va a hacer salir de esta situación en ventaja, a mí Dios me dará lo que necesito"; porque lo que vale es tu fe, no tus circunstancias, sino que mantengas en alto tu fe, que no seas una persona de doble ánimo que hoy cree y mañana no cree, hoy se ríe y mañana llora. Que seas una mujer y un varón que sepa mirar a los ojos del Señor, y si no hay una respuesta clara en el momento de presión, estás agotada, estás cansada, vos sí sé clara con el Señor; decile: "no sé para donde ir Señor".

Que vos no tengas una respuesta para tu problema no quiere decir que Dios no la tenga; vos no la tendrás pero Dios ya se encargó de solucionar ese problema.

Tenés que ser una persona de fe; lo que Dios te prometió ya está viniendo para tu vida. Hoy el Señor te está pidiendo que seas clara con Él: "¿qué querés pedir, qué querés hijita mía, hijito mío?". Sé clara en qué querés que te pase a partir de ahora en la vida; por qué tanta confusión, por qué tanta presión interna y externa. Sé clara, ¿qué querés? El Señor te pide que le digas hoy qué es lo que querés, y si no sabés decile "no sé, realmente no sé", pero sé le claro con el Señor, séle clara. Contale claramente; no le digas "y... sí, quiero prosperidad, pero tengo miedo, no sé si la quiero..." Decile por ejemplo "Señor yo quiero ser próspera, quiero que me prosperes". "Ay Señor, yo quisiera que mi marido se arregle conmigo, pero a la vez tengo miedo...", ¡así no! "Señor, yo quiero que nos arreglemos y que todo esté bien". Séle clara al Señor; pedile las cosas por completo al Señor. No le pidas por la mitad, no le pidas mediocremente. Él es el Dios de la gloria; él tiene riquezas para soltarte. Pero el que duda nunca va a recibir nada, por su duda. Séle claro al Señor; decile lo que querés, y cuando se lo digas prométele que lo vas a sostener en fe, pase lo que pase, porque vas a salir en victoria
 

Copyright © 2010 • Demitificando la Realidad • Design by Dzignine